jueves, 24 de junio de 2010

CRONICA DE RUBEN DESDE PERU


En la zona había acciones militares contra los narcoterroristas, lo que condicionó la expedición.
Lo que antes era Sendero Luminoso ahora son narcos que pagan a la gente para proteger sus laboratorios en la selva. Los narcos tienen dinero y eso contribuye a que los narcoterroristas estén bien armados.
Antes de salir hablamos con la policía y nos explicaron que había tres columnas de narcoterroristas, formadas cada una por 70 hombres. Las operaciones militares están siendo muy importantes puesto que las está dirigiendo un general desde la ciudad de Quillabamba. El ejército tiene montada una base de operaciones muy cerca del Nevado Choquesafra, lugar por donde teníamos que pasar de nuevo, lo mismo que hace dos años, a diferencia de que nos íbamos a internar durante cuatro días más, pero la policía nos obligó a abandonar esta idea. Nos recomendó que nos moviéramos en grupo, sin separarnos, que se nos viese bien que, se trataba de nuestra expedición a pesar de que el ejército iba a estar informado de nuestra exploración muy cerca de la zona.
La reducción de este tiempo y la falta de datos tanto geográficos cómo técnicos de la montaña, nos limitó el tiempo de escalada. Esta situación significó que al final contamos con tan solo dos días para intentar la cima. Los dos porteadores que tenían que acompañarnos hasta un lugar lo más alto posible, transportando en dos mulas el pesado material de montaña, nos engañaron y nos dejaron en una cota de nivel más baja, lo que supuso un esfuerzo imprevisto y duro hasta que llegamos a los 4.800 metros. Son tan excasos los datos que se disponen de esta zona que ni tan siquiera la fotografía que habíamos enseñado se correspondía con el Azulcocha, se trataba del impresionante Nevado Panta. Nos metimos en la cara sur del Azulcocha, que en este hemisferio son las más complicadas. Entramos en un glaciar que se convirtió en un auténtico laberinto de grietas, lo que nos impedía desarrollar una escalada directa, lo que supusos movernos desplazarnos de un lado a otro. A las tres de la tarde decidimos abandonar el primer intento vista la imposibilidad de alcanzar la cima ese mismo día y dejando estudiado un nuevo itinerario. También escuchamos los helicópteros de las operaciones militares.
Descendimos por el glaciar, salvando de nuevo enormes, vertiginosas y peligrosísimas grietas.Alcanzamos el inicio del glaciar y nos dispusimos a montar la tienda para pasar la noche. A la mañana siguiente, después de amanecer nos encaminamos a explorar la zona derecha de un primer saliente rocoso. El hielo rompía en capas con la pisada de nuestros crampones. Producía un agudo estallido y se notaba romper la placa en grandes trozos, lo que podría suponer un desplazamiento de esta primera capa inicial arrastrándonos con ella.Llegados a la zona derecha del saliente rocoso comprobamos que la escalada aun podría ser peor porque desde abajo ya se veían infranqueables grietas en el hielo. Volvimos a la zona Sureste y nos metimos siguiendo la arista de la rimaya hasta que una nueva grita nos llevó a escalar en mixto en la rimaya (zona entre el hielo y la roca).
La escala fue muy dura puesto que estábamos a cinco mil metros y todos sin ningún problema de mal de altura (fue algo que llevamos excelentemente). Repito lo de la escalada dura porque arrástrábamos mochilas de 20 kilos puesto que nuestra intención era hacer cumbre y descender por la cara norte. Escalar los 120 metros de rimaya nos dejó bastante agotados. Cuando llegamos al collado la decepción nos inundó de nuevo. Lo que desde abajo parecía ya una pala de nieve era la continuidad del glaciar que parecía iniciarse en la misma cumbre. Estábamos a tan solo 170 metros de la cima en cuestión de altitud y a unos 350 metros de supuesto recorrido. Pero la visión nuevamente de enormes grietas que arañaban la montaña de manera horizontal nos hizo definitivamente cuestionar el ataque a la cima. Para colmo, en un espacio breve de tiempo unos nubarrones que vimos estaban entrando en la zona, se hicieron dueños de la cumbre por lo que el desconocimiento del terreno y su peligrosidad, aplicando el sentido común, decidimos abandonar por completo la idea de alcanzar la cima.
Llevábamos la comida justa y nuestro tiempo se terminaba. Abandonar la montaña fue otra peripecia.Descendimos el glaciar más a la derecha de donde habíamos empezado con la inteción de ganar un collado alto para ahorrarnos una fuerte subida al día siguiente hacia el campamento donde Santiago y el resto de equipo nos esperaban intranquilamente. Conseguimos contactar con ellos por talkie y les comunicamos nuestra situación. Conseguimos alcanzar el valle ya muy entrada la noche, después de un par de intentos para conseguir un paso entre varias zonas muy verticales. Lo alcanzamos con algún que otro esfuerzo hasta el curso de un riachuelo que descendía del glaciar. Por fin respiramos la tranquilidad del valle. Al día siguiente llegaron dos porteadores para ayudarnos a desplazar parte del material.
Ayer mismo nos enteramos que la policía tenía orden de disparar si en la noche veían desplazamientos de luces de linterna, indicándonos que un número de dos... Sin embargo también hay que decir que tampoco corrimos en ese sentido un peligro real. La exploración continuó, aunque ya recortada en días hasta que alcanzamos la población de Pampaconas.
Respecto a la ayuda humanitaria fue algo increíble.En Cusco compramos mucho material escolar que entregamos en diferentes escuelas de la zona. Muy pobres y muy aisladas. Un recuerdo para Marta, la profesora de Porcay que vivía, creo que con cierta depresión, su destino y el temor a los narcoterroristas que ahora cambian el terror por la información pero que ante la población siempre siembra cierto recelo.
La labor desarrollada por la médico amiense EVA GULDRÍS fue muy buena y muy bien aceptada por la población. Atendiendo casos desde niños a su labor propia como ginecóloga. Tuve la oportunidad de realizar fotografías de gran impacto así como la grabación de imágenes. En Pucyura atendió una mujer que estaba fuera de cuentas, provocándole el parto con final muy feliz. En todos las POSTAS DE SALUD dejamos medicamentos así como pequeño material médico. Por ejemplo en Pucyura no tenían pinzas para el cordón umbilical. Amén de los errores policiales que eso es otra.
Rubén Suárez Carballo.